Sorprende cómo la Argentina es competitiva en deportes, pero no puede serlo en la economía. En el fútbol, es una desilusión salir segundos en un campeonato mundial. Pero aceptamos mansamente tener la peor moneda, una pobreza creciente y una producción cada vez mas insignificante a nivel internacional, sin reaccionar. ¿Por qué la diferencia? En el fútbol, y en los demás deportes donde la Argentina compite con orgullo, como polo, basquet, volley, tenis, boxeo, y otros, las reglas no las hace el gobierno argentino.
En cambio, en la economía sí. Es en la legislación donde fracasamos. Y hay que reconocerlo para cambiar. Veamos los resultados. Cuando a Brasil y a Uruguay les tocó legislar sobre la producción de carne, ambos lograron potenciarla, superando a la Argentina que era el líder. En Chile, que tiene la misma Cordillera que nosotros, la minería es la estrella de su economía. Y aquí estamos en pañales, con iguales montañas.
En materia laboral, se ha logrado que cerca de la mitad de los empleados esté en negro y la otra mitad no haga más que lamentarse por las enormes contingencias que la legislación les genera todos los días. Para muestra, fíjense, por ejemplo, los millonarios juicios iniciados por los panelistas de 6,7,8, contra la televisión pública
En materia cambiaria, no hace falta dar ejemplos, con una brecha que alivia cuando llega al 80%. Y que produce normas de excepción para la industria del gas y del petróleo, de una complejidad e inequidad tales que dan náuseas de solo leerlas. De las obras sociales sindicales y del sistema de salud en general no creo que haya nadie que se sienta orgulloso. ¿O me equivoco?
Impuestos, hay demasiados para la mitad que está en blanco y muy pocos para la otra. Para no hablar de los subsidios, que son como un impuesto al revés.
Insólitamente, la legislación argentina sobre lavado de dinero, se da el excéntrico lujo de considerar la evasión impositiva como delito precedente, sin considerar que la mitad de la economía no está registrada y que por lo tanto todos lavamos dinero sin saberlo.
En materia aeronáutica, cada vez hay menos vuelos y más déficit en Aerolíneas Argentinas. Y en transporte terrestre, también es más útil preguntarle al gremio, que a los funcionarios, para entender el futuro. En cambio, en el transporte fluvial no tanto, porque los barcos directamente usan bandera de países vecinos, para huir de nuestras normas.
Ante tantos fracasos mayúsculos y repetitivos ¿No podremos reaccionar, con vergüenza, con amor propio, con la camiseta? Ellos nos colocan en lo último de la tabla económica mundial. Algo que no aceptaríamos si tuviéramos el orgullo que lucimos en los deportes, con la camiseta argentina.
Pero de alguna manera nos hemos desacoplado, como se dice hoy, emocionalmente. Y así, partidos, estamos sin reacción.
Artículo publicado por La Nación